Puede parecer algo muy superficial de entrada, pero, cuando vas al mercado y compras un kilo de naranjas, no sólo piensas en naranjas, verificas que lo que te ponen son naranjas. y no coles de Bruselas. Ya sea un kilo o medio, tu dinero vale mucho esfuerzo, y en ocasiones, sudor y lágrimas... Entonces si le das valor a tu esfuerzo... ¿por qué nos conformamos, cuando compramos una hamburguesa, en McDonalds, con aquello que nos dan y no reclamamos lo que realmente nos están ofreciendo? Al final claudicamos pero en la publicidad nos ofrecen, nos tientan, con una hamburguesa deliciosa, repleta de ingredientes que nos hace feliz cuando hincamos el diente. Quizás, deberíamos ir con un notario para que diese fe de lo que pasa, y marcharnos al juzgado directamente. Piensa. Es vergonzoso comprobar que al desenvolver el paquete con la hamburguesa, el contenido nada se parece a las imágenes que nos ofrecen. Sí, sí ya lo sé... tenemos que asumirlo pues es la vida, pero, me cago en...
Debe ser la edad, o simplemente, que me ha cambiado el gusto. Cada vez soy más intolerante con ciertas cosas, pero a la vez, me enfrento menos; no merece la pena. Situaciones y ejemplos podría escribir varios, pero sin pretender ser romancero: el otro día me encontré con un vecino. No hay mala relación, pero cada cual es como es. Hablando de la obra que se está realizando en el zaguán, para la mejora de la accesibilidad al mismo y bajar el ascensor a cota cero, me comentaba que el suelo era terrazo. ¿Terrazo? Es piedra caliza, pulida, de color claro. De terrazo nada... Al final miré al suelo, al "terrazo", y me despedí del ignorante. No tengo ganas de responder una tercera vez a quien insiste en el error.